Se inauguró la Huerta Comunitaria «Sembrando Vida, Cosechando Amistad»

Quedó inaugurada oficialmente la HUERTA COMUNITARIA «SEMBRANDO VIDA, COSECHANDO AMISTAD»
Actualmente están trabajando familias e instituciones con sus parcelas. Por interesados, pueden dirigirse al Municipio de Tarariras para obtener su lugar.

Historias: «Temas internos…….recuerdos de una maestra que manejo un Remise en los 90»

Con motivo de un nuevo aniversario de nuestra ciudad en el mes de junio,  la Comisión de Cultura hizo el lanzamiento de una actividad llamada HISTORIAS DE TARARIRAS. La idea fue invitar a personas mayores a escribir anécdotas e historias de tiempos pasados, con el objetivo de rescatar esa memoria y compartirlas con las generaciones más jóvenes. Estas HISTORIAS forman parte de nuestra cultura local, es por eso que queremos compartirlas ya que seguramente provocarán recuerdos y otras historias. Agradecemos a quienes participaron  haciendo posible esta actividad.


Cuando los pasajeros ingresan al auto comienza un momento que casi siempre se convierte en algo bastante íntimo y personal. La mayoría de las veces me cuentan el problema por el que están viajando pero a veces eso es producto de situaciones anteriores y ahí me comienzo a enterar de cosas que debo (por cuestión ética) olvidarme. Muchas circunstancias son novedosas e increíbles como que hay maridos golpeadores, hijos malagradecidos, hermanos que no colaboran con la familia, esposas infieles y complicadas etc.

A veces piden opinión y se me complica porque tengo claro que el cliente siempre tiene razón aunque hay casos en los que no comparto lo ocurrido. Tengo una pasajera muy mayor que la llevo a distintos lados dentro de la ciudad y me llama alguno de los hijos. Cada uno de ellos me llama y me dice que es el “único que ve por la madre”, yo lo llevo con ella al médico o lo que necesite y a los pocos días me llama otro hijo diciéndome lo mismo. Lo bueno es que la abuela está atendida por todos y ellos se preocupan mucho pero por separado. Eso no importa y yo felicito a cada uno por cuidar a su madre. Lo importante es cuidarla y amontonarse para hacerlo no es necesario.

A veces los pasajeros son amigos de toda la vida y el viaje se convierte en una puesta al día de temas olvidados. El predilecto de muchos pasajeros es el de preguntarme por mi hermano. Yo les cuento dónde está y que hace siempre lo mismo pero todos recuerdan distintas anécdotas de él y comenzamos una secuencia de nostalgia. Mi hermano es una persona muy importante en mi vida y yo compartí con él muchas de sus andanzas. Esas anécdotas con mujeres, motos, autos, en el liceo, cuando hacía el reparto de leche en la ciudad o cuando tenía carnicería siempre están cargadas de cosas únicas que solo él podía hacer y disfrutar. Marco mucho mi infancia y aun no tengo claro si yo era su compañera, su cómplice o su conciencia a veces, solo sé que lo quería mucho porque era mi ídolo.

En Tarariras, luego de los ‘60, se repartía leche en un carrito casa por casa. Mi hermano hacía ese trabajo cada mañana pero tenía un problema, o situación, muchas novias a las que no les cobraba la leche que dejaba. Eso lo obligaba a pasar por alguna canilla y agregar agua. Mi padre para no tener problemas con los inspectores me mandaba con él a controlar y ver si agregaba agua. Cuando llegábamos a la casa donde usaba la canilla me hacía poner de espaldas a él y me decía no mires así no tenés que mentirle a papá. Seguíamos el recorrido y al llegar a mi casa en el campo papá me decía ¿viste si le agregó agua a los tachos, yo muy segura le podía decir (sin mentirle) que no había visto nada.

Esa y muchas complicidades con mi hermano me llevó a tener muchas ventajas. Una de

las tantas era tener un montón de cuñadas que me mimaban, me mandaban mensajes y me hacían regalos para que yo influyera en mi hermano para que fueran las elegidas. En esa época con 10 años y mi hermano con 20 pasábamos los dos muy bien y nos hicimos inseparables de por vida pero no me cabe la menor duda que mis padres deben haber pasado sus peores épocas para controlarlo porque era muy creativo y pícaro.

Actualmente 50 años después cantidad de pasajeros se acuerdan de cosas que vivieron con mi hermano o “culpa” de él porque son familiares de aquellas novias o recibían leche casi descremada por la cantidad de agua o habían hecho un negocio que no les salió bien. Un cliente me comentaba y yo no me acordaba que la primera motoneta vespa que hubo en Tarariras fue la de mi hermano y la verdad es que me acuerdo que con un amigo llamado Marne mi hermano vivía poniéndole adornos y cosas para que se destacara. Según éste pasajero no era necesario porque la moto era única por ser la primera aquí.

En casi todos los casos es un recuerdo cariñoso y quedó solo como anécdota. A veces nos juntábamos con mi hermano (estando a 350 kilómetros de distancia) y recordábamos todo esto y mi cuñada nos decía “ya empezaron con las historias de Tarariras “y es cierto porque creo que formamos parte de la historia. Cierto es que la vida tiene sus vueltas y creo que ésta que le toco al final fue un repecho muy grande. Peleando con su diabetes y sus limitaciones físicas. A mí no me gustaba verlo así pero no pude elegir y tenía que animarlo cuando lo veía.

Por lo menos nos quedaban las anécdotas y creo que era y es muy importante poderlas contar. En muchas oportunidades yo le decía a él que nadie nos puede quitar lo bailado    por más celo o envidia que nos tengan. En julio de 2006 fui el día que cumplía 60 y le lleve de regalo un amigo que hacía muchos años no veía. Nos emocionamos, nos despedimos porque se iba a España. Las navidades y cumpleaños en mi hogar para lograr juntarlos can mamá, la emoción de los 15 de nuestra hija cuando mi mamá conoció a su nieto mayor “quién nos quita lo bailado”.

Cuando el fallece en 2016, me quedan todos estos recuerdos y muchos más que atesorar toda mi vida porque fue el mejor hermano que pude tener. Ayudo en mi crianza, me mimo, me entendió, me cuido y acompaño toda la vida. Vuelvo a mi relato porque me voy al sector sentimental y no es positivo.

La cuestión es que dentro de mi auto muchas veces refrescamos algo de esa historia y es una buena terapia ya que provoca risa y eso es saludable. Muchos de mis clientes (la mayoría) van con problemas de salud y se les alivia aunque sea un poco con los cuentos. Con referencia a esto último justamente ésta semana llevé a Montevideo para un estudio muy feo al hermano de una de las tantas novias mencionadas y nos reímos todo el camino de las anécdotas graciosas y recuerdos de aquella época gloriosa. Eso acortó el camino y quizás alivió un poco la angustia de un diagnóstico muy grave.

Otro tema preferido por los clientas mayores es el de cómo era mi padre. Hace casi 40 años que falleció y me admira escuchar que mucha gente lo recuerda por su solidaridad y su matiz humano. Supongo que es normal ver a un padre como ídolo pero en mi caso se da doblemente esa sensación ya que mucha gente resalta su generosidad. Ayer traje un señor que me contó con detalles cómo gracias a mi papá tienen la cancha de peñarol. Resulta que en un remate mi papá compró un terreno que podía servir de cancha. Hace de esto más de 50 años. Fue a la peluquería de Andrés…. (Directivo de Peñarol) y le ofreció darles a pagar en 4 años al mismo precio que lo compró y se hacía cargo de toda la documentación. Los peñarolenses aceptaron y cada año iban al campo de mis padres a pagarle. Allí se encontraban con un banquete esperándolos y con muy buena onda ya que un año no le pudieron pagar y hubo festejo igual.

Al final les llevó 5 años pagar. Luego fraccionaron, vendieron ese terreno y con ese dinero compraron la actual cancha que es una de las más lindas de la ciudad. Según me decía Andrés sin esa ayuda de mi padre de esperarlos años para pagar el terreno no tendrían actualmente lo que tienen. En el caso del autódromo fue diferente porque mi papá junto a don Aurelio…… lo donaron para hacer una pista de carreras y ayudaron a su construcción.

Raquel Oudrí.

Historias: «Ir a la Playa»

Con motivo de un nuevo aniversario de nuestra ciudad en el mes de junio,  la Comisión de Cultura hizo el lanzamiento de una actividad llamada HISTORIAS DE TARARIRAS. La idea fue invitar a personas mayores a escribir anécdotas e historias de tiempos pasados, con el objetivo de rescatar esa memoria y compartirlas con las generaciones más jóvenes. Estas HISTORIAS forman parte de nuestra cultura local, es por eso que queremos compartirlas ya que seguramente provocarán recuerdos y otras historias. Agradecemos a quienes participaron  haciendo posible esta actividad.

IR A LA PLAYA

En la década del 50 y el 60 no había transporte público para ir a la playa y poca gente tenía auto propio. Así que algunos camioneros organizaban viajes a la playa los fines de semana. Estaba el camión de Zoilo Montaña, y el del “Macho” Ferreira, entre otros.

En la caja del camión se ponían tablones para hacer filas de bancos para sentarnos y algunos se sentaban en el suelo. La gente subía por una escalera y se ubicaba en los lugares con todas sus cosas. Por lo general salíamos temprano a la tarde, enseguida de almorzar. Un camión se volvía de nochecita, y el otro se quedaba y volvía después del baile. ¡Qué pena que el que nos llevaba a nosotras era el que volvía temprano!

Como no había conservadoras, la gente compraba barras de hielo, que eran grandes y duraban mucho y las ponían en latones donde las cubrían para que duraran más.

Los bailes en la playa empezaban enseguida que se entraba el sol y duraban hasta las doce o la una de la madrugada.

Renée Quintana, Ruth Caffarel

HOGAR TARARIRAS

Historias: «El Camión Solidario»

Con motivo de un nuevo aniversario de nuestra ciudad en el mes de junio,  la Comisión de Cultura hizo el lanzamiento de una actividad llamada HISTORIAS DE TARARIRAS. La idea fue invitar a personas mayores a escribir anécdotas e historias de tiempos pasados, con el objetivo de rescatar esa memoria y compartirlas con las generaciones más jóvenes. Estas HISTORIAS forman parte de nuestra cultura local, es por eso que queremos compartirlas ya que seguramente provocarán recuerdos y otras historias. Agradecemos a quienes participaron  haciendo posible esta actividad.

EL CAMIÓN SOLIDARIO

Después de salir de la escuela muchas veces había tiempo para jugar un picado en la canchita del barrio que habíamos limpiado y arreglado entre el alambrado del camino al Semillero y el terraplén de las vías del ferrocarril. Nos dábamos cita con la presencia de cada uno, sin aviso y no éramos muchos. Pero los sábados había más concurrencia y además pasaba el motocar a las 4 y media de la tarde que venía de Colonia lo que nos paralizaba a todos porque pasaba muy cerca. Pero un día decidimos hacer una prueba y colocamos sobre las vías algunas monedas de la época y esperamos que esa enorme mole de hierro pasara para comprobar qué efecto haría sobre el metal y oh sorpresa… “quedaron más chatas que un vintén” Pero el dicho ya estaba inventado sólo comprobamos que esas máquinas de hierro que se deslizan sobre las vías todo lo pueden, no se detienen, son las dueñas de su camino.

Al poco tiempo escuchamos que ese poder transformado en ferrocarril se había “llevado puesto” un camión en la entrada de la estancia Chiché. Saber qué pasó, quien era, cómo está, … fue todo un problema, fue trasmisión de boca en boca ya que estábamos en la década del 50.

“Al chofer lo está atendiendo el Dr. Varela y ya va para su casa pues tiene la clavícula rota solamente”, fue la primera gran noticia y qué alegría. Que te agarre un tren y solo tengas un pequeño hueso roto debe ser una suerte millonaria, se decía. Y sí, era cierto, era un accidente con suerte, porque era el “millonario” Caffarel que había salvado su vida gracias a una alcantarilla donde cayó empujado por la suerte y su camión pasó por sobre él en la embestida del tren. Dije camión, perdón, lo que quedó después del choque sirvió solo para chatarra.

Agradecido por ser parte de la vida pero con la angustia de haber perdido la fuente laboral para toda su familia, los días de recuperación pasaban con angustia. Muchos sentían la necesidad de ayudar pero no era fácil ya que el “millonario”, apodo simpático porque reflejaba por contraste su verdadera humildad, había pasado su vida arriba de un camión, y ahora qué otra cosa podía hacer!.

“Esperá, ya vas a tener tu camión” fue la voz que al impulso del recordado Juan Pedro Justet se hizo eco en cada rincón de esta villa, y fue esa fuerza arrolladora que una vez le quitó el volante de sus manos que resonó con más fuerza en cada barrio, en cada entidad, en cada amigo para que en poco tiempo Juan Daniel pudiera volver a las rutas, a los campos acarreando granos embolsados, y asi llevar nuevamente el pan a su hogar. El lento caminar de la solidaridad de los vecinos y amigos que componían esta villa, tuvo más fuerza que la robustez de las máquinas de hierro que diariamente hacían sonar su silbido por el medio de la población imponiendo su presencia. Pero todos sabíamos que por esta vez, había sido derrotado por el “millonario”.

La audición radial de la capital “Las Buenas Noticias RAUSA”, que recogía las buenas obras y acciones que a nivel de todo el territorio nacional se hacían, tuvo un capítulo especial para con esta actitud solidaria que lideró Juan Pedro. No era para menos. Merece nuestro reconocimiento eterno y un ejemplo a recordar e imitar porque, además, fue una constante a lo largo de su vida especialmente en el área del deporte. Le debemos por lo menos el nombre de una calle

 

Roberto Carlos Gonnet

 

Historias: «Casa Dalmas»

Con motivo de un nuevo aniversario de nuestra ciudad en el mes de junio,  la Comisión de Cultura hizo el lanzamiento de una actividad llamada HISTORIAS DE TARARIRAS. La idea fue invitar a personas mayores a escribir anécdotas e historias de tiempos pasados, con el objetivo de rescatar esa memoria y compartirlas con las generaciones más jóvenes. Estas HISTORIAS forman parte de nuestra cultura local, es por eso que queremos compartirlas ya que seguramente provocarán recuerdos y otras historias. Agradecemos a quienes participaron  haciendo posible esta actividad.

CASA DALMAS

La Casa Dalmas era un comercio de ramos generales. Era más grande que un supermercado de ahora. Se vendían desde autos hasta una pieza de porcelana. Había almacén, tienda, etc y también acopiaban  semillas. Los productores embolsaban las cosechas y se acopiaban en los galpones, para luego enviarse por tren cuando se vendían.

Recuerdo que en el almacén trabajaban los Caffarel: Esteban y después Rubén.

Empecé a trabajar en lo Dalmas en 1949, a los 14 años, cuando salí de la escuela. Ganaba $5, después me fueron aumentando, con el paso de los años. Trabajaba en la tienda. Para llegar a los estantes había que subir por escalera, porque era muy alto. Mi primer accidente de trabajo fue cuando me caí de la escalera.

Además de atender a los clientes, teníamos que repasar y lavar el piso.

Una vez, habían comprado portarretratos para vender. Eran de vidrio porque en esa época no había cosas de plástico. Al ordenarlos se me rompió uno, ¡ Qué nervios!, pero por suerte no pasó nada.

Había mucho compañerismo. Recuerdo algunas compañeras con las que trabajábamos juntas: Maruja, Mary y Nelly Thul, las Maino, “Tola” Ugón, Olga y Élida Arenas.

A veces me encuentro con gente a la que le vendí la ropa para el casamiento.

Aprendí a ser responsable de mi trabajo y a nunca llegar tarde.

 

Nelba Llorca (Chiquita)

Hogar Tarariras

Historias: «Tarariras 1959-1960»

Con motivo de un nuevo aniversario de nuestra ciudad en el mes de junio,  la Comisión de Cultura hizo el lanzamiento de una actividad llamada HISTORIAS DE TARARIRAS. La idea fue invitar a personas mayores a escribir anécdotas e historias de tiempos pasados, con el objetivo de rescatar esa memoria y compartirlas con las generaciones más jóvenes. Estas HISTORIAS forman parte de nuestra cultura local, es por eso que queremos compartirlas ya que seguramente provocarán recuerdos y otras historias. Agradecemos a quienes participaron  haciendo posible esta actividad.

HISTORIA

En los años 1959-1960, yo tenía 16 años y Tarariras una población entre 1500 y 2000 habitantes.

El pueblo estaba abastecido por tres grandes casas comerciales : la de Guillermo Greising, la de A. Carlos Dalmas y la de González y Alonso. Cada una era casa de “ramos generales” y abarcaba todos los rubros: almacén, tienda, ferretería, bazar, además eran agentes de distintas marcas de automóviles y maquinarias agrícolas. Greising era representante de Ford, Dalmas de Internacional y González y Alonso de Studebaker.

Además, Greising era representante de ANCAP y distribuía nafta y querosene en el medio rural, surtiendo a casi toda la campaña. El combustible venía en tanques de 200 litros, grises, con dos aros de hierro alrededor, para hacerlos rodar.

También había muchos comercios chicos : tiendas zapaterías, con nombres de familias judías como Patoka, Policar, Jarovich.

Existían tres sucursales bancarias: República, Valdense y San José. El gerente del Banco República era López Silveira, que casi siempre salía a tomar un aperitivo al Club Nacional, que en ese momento estaba cerca de Firenze Calzados, sobre calle Roosevelt (hoy B. Bacigalupe) y allí nos enseñó a jugar al billar.

El gerente del Banco San José era don Roberto Soto y el del Valdense, Juan Pedro Davyt.

También había tres estaciones de servicio: ESSO, SHELL y ANCAP, muchos talleres mecánicos, barracas, panaderías, carnicerías y comercios de distintos productos.

 Luis Budiño

Historias de Tarariras

Con motivo de un nuevo aniversario de nuestra ciudad en el mes de junio, la Comisión de Cultura hizo el lanzamiento de una actividad llamada HISTORIAS DE TARARIRAS.

La idea fue invitar a personas mayores a escribir anécdotas e historias de tiempos pasados, con el objetivo de rescatar esa memoria y compartirlas con las generaciones más jóvenes.

Estas HISTORIAS forman parte de nuestra cultura local, es por eso que queremos compartirlas ya que seguramente provocarán recuerdos y otras historias.

Agradecemos a quienes participaron haciendo posible esta actividad