Historias: «Tarariras en el año 50»

Con motivo de un nuevo aniversario de nuestra ciudad en el mes de junio,  la Comisión de Cultura hizo el lanzamiento de una actividad llamada HISTORIAS DE TARARIRAS. La idea fue invitar a personas mayores a escribir anécdotas e historias de tiempos pasados, con el objetivo de rescatar esa memoria y compartirlas con las generaciones más jóvenes. Estas HISTORIAS forman parte de nuestra cultura local, es por eso que queremos compartirlas ya que seguramente provocarán recuerdos y otras historias. Agradecemos a quienes participaron  haciendo posible esta actividad.


 

Tarariras era un pueblo con pocos habitantes, sus calles eran de balasto y tierra. En esa época había tres estaciones de servicio que eran: SHELL, ESSO y ANCAP.

También había tres comercios grandes que compraban cereales a los productores, atendían rubros generales (almacén, ferretería, tienda) y a su vez vendían maquinarias agrícolas y automóviles.

Estos comercios eran:

Casa Dalmas: agente de Internacional en maquinaria agrícola y camionetas y a su vez vendían artículos de tienda, almacén y ferretería.

Casa Greising: agente de Ford en vehículos, también vendía maquinaria agrícola, tenía tienda, almacén y ferretería.

Casa González y Alonso: agente Massey Harris en maquinaria agrícola, también vendía camionetas y autos Studebaker, tenía tienda, almacén y ferretería.

Los médicos tenían el consultorio en su domicilio y atendían particular. Había una partera en el pueblo.

Estaban las farmacias de Lluberas y Beltrán y las panaderías de Varela, Torres y Schopff .

Había bares y comedores para ir a comer; el más antiguo era el “Bar, Pensión y Salón Comedor” de José Ale.

La firma rematadora de esa época era Félix Osinaga.

Había Juzgado de Paz, Iglesia Católica y Protestante.

El Empuje era un barrio donde la mayoría trabajaba en los galpones de acopio de granos. La Plaza de Deportes separaba este barrio del barrio Centro.

En esa época se contaba con servicio de UTE, OSE y ANTEL pero no en toda la ciudad. Pocas personas tenían teléfono.

Los principales medios de transporte eran carros tirados por caballos, charretines, charrés y algunas bicicletas. Había pocos automóviles que tenía la gente de mayor poder adquisitivo.

 

 

 

Carlos Budiño

Julián Bautista Beux

Historias: «Recuerdos de mi Bisabuela»

Con motivo de un nuevo aniversario de nuestra ciudad en el mes de junio,  la Comisión de Cultura hizo el lanzamiento de una actividad llamada HISTORIAS DE TARARIRAS. La idea fue invitar a personas mayores a escribir anécdotas e historias de tiempos pasados, con el objetivo de rescatar esa memoria y compartirlas con las generaciones más jóvenes. Estas HISTORIAS forman parte de nuestra cultura local, es por eso que queremos compartirlas ya que seguramente provocarán recuerdos y otras historias. Agradecemos a quienes participaron  haciendo posible esta actividad.


Mi bisabuela, con 89 años, nos contó que ella vivía en Soriano y con 14 años se mudó a Tarariras.

Recuerda que había muchos ranchitos y muy pocas casas de material.

Donde hoy está la Plaza Joaquín Suárez era todo campo.

Recuerda la estación de AFE que perdura hasta hoy; la primera estación de servicio fue la ESSO, quedaba sobre calle Lavalleja, un poco antes de llegar al cruce con calle Rincón.

Cuando ella llegó a Tarariras ya estaban los templos de las Iglesias Católica y Valdense. Donde hoy se encuentra el edificio del Hospital Evangélico ( Lavalleja y McAlister), estaba el Banco del Litoral y después estuvo el Santander.

Cerca de la Junta local, estaba uno de los almacenes más grandes que era el de González Alonso.

 

Elizabeth Bein

Instalación de cielorraso acústico para Polivalente

Mediante gestiones realizadas por el Municipio de Tarariras y con la aprobación de A.N.E.P., se refacciono el Polivalente para mejorar su acústica. La situación era negativa para otro tipo de actividades como artísticas, sociales, etc.

El Municipio aportó el suministro de materiales y colocación de un cielorraso conformado por una manta acústica suspendida mediante riendas sujetas a la estructura existente, la cual por debajo, está recubierta por un material que ofrezca un aspecto estético agradable.

El acondicionamiento mejora la acústica interior del local, lo cual permite ampliar el espectro de funciones a albergar, tales como reuniones, ensayos de música, etc.

Donaciones para el «Espacio de Lectura» del Liceo de Tarariras

La Comisión de Cultura del Municipio de Tarariras entregó libros que fueron donados por particulares, además de una donación en efectivo, para la compra de más libros destinado al nuevo «Espacio de Lectura» que están armando en la biblioteca del Liceo de nuestra ciudad.

Historias: «El Sol apenas tuvo tiempo para despedirse»

Con motivo de un nuevo aniversario de nuestra ciudad en el mes de junio,  la Comisión de Cultura hizo el lanzamiento de una actividad llamada HISTORIAS DE TARARIRAS. La idea fue invitar a personas mayores a escribir anécdotas e historias de tiempos pasados, con el objetivo de rescatar esa memoria y compartirlas con las generaciones más jóvenes. Estas HISTORIAS forman parte de nuestra cultura local, es por eso que queremos compartirlas ya que seguramente provocarán recuerdos y otras historias. Agradecemos a quienes participaron  haciendo posible esta actividad.


Mantelito por medio y esperando a mi padre, mamá inauguraba cada tarde la hora de empezar el mate. Con mis siete u ocho años niños no perdía oportunidad; esperaba que mamá dejara aquel mate y enseguidita lo seguía yo para tomar aquella agua tibia y lavada de la que solo me gustaba el sabor azucarado. Pronto lo dejaba porque a las cinco de la tarde se sentía el silbato que anunciaba la llegada del tren y así era que toda la gurisada de la cuadra iba rumbiando para la esquina formada por las calles San Luis y Manuel Oriba, porque de ahí, con precisión, se veía pasar aquella máquina azul y amarilla, inmensa, que corría sobre potentes vigas de hierro asentadas en pesados durmientes. Era un solo instante que entre silbidos y nubes de vapor se hacía eterno en la imaginación de cada uno de nosotros, porque en esas nubes descubríamos mil formas diferentes que nos hacían esperar con ilusión que el silbato sonara una y otra vez y así, cada tarde, “salir a mirar pasar el tren”, el mismo que un día dejó de pasar; el sol apenas tuvo tiempo para despedirse.

 

WASHINGTON GONZÁLEZ ARANDA